viernes, 21 de febrero de 2014

ES INVIERNO

Lo sabe porque lo tiene en los huesos, calado hasta el mismo tuétano,
está en el tinte perlado de las mañanas, en las sábanas destempladas,
es el viento que cae,  la lluvia que se aparta a su paso con cabriolas,
las huellas que se adhieren a la tierra, se empapan y se hacen lodo.
Lo reconoce en las ramas desnudas de los árboles abrazadas al cielo,
en el frío que pasa noches enteras acurrucado a los pies de su cama,
en el aliento pálido de los transeúntes que caminan exhalando el alma,
en los tejidos, las tazas humeantes, el metal helado y el sol perezoso.
Lo ve en la piel quebradiza de sus manos, en las botas desgastadas,
en el cuello clavado hasta el fondo insondable de entre sus clavículas,
en los repentinos accesos de melancolía que le hacen tiritar el espíritu 
en el cristal empañado donde nadie ha pensado en dejarle un mensaje.