viernes, 10 de enero de 2014

2014

Venía tintineando desde muy lejos y era del color del hielo.
Se acercó con el paso renqueante, doblegado por el peso,
depositó su valija ante mí y deshizo el nudo que la sujetaba.
Al abrirla se esparcieron las estrellas que regirían mi suerte
y me invitó a contemplarlas con una afectada reverencia.
Me arrodillé entre su luz y me vi reflejada en todas ellas,
cada una contenía la historia de los días aún por venir.
Allí estaban las horas que yo misma iba a dejar marchitar,
las que habrían de ser de gloria y las que luego olvidaría.
Se emulsionaban en destellos de intensidad cegadora,
tejiendo un tapiz que trazaba el rumbo de mi próximo año.
Alcé la vista clamando al portador de aquel obsequio que
tomara mi mano entre sus dedos transparentes y me guiara.
Pero él se alejaba ya para dejarme a solas con mi destino.


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