lunes, 18 de febrero de 2013

VIEJA

Tiene las manos heridas de traer anhelos al mundo.
La espalda partida, desmenuzada en tantos 
pedazos como días negros le ha tocado vivir.
Un aliento denso, como de fango, de llanto mineral.
Una pena honda, anclada al costado de un cuerpo vencido.
En un lugar remoto, su corazón cuelga del vértice de unos ojos de hombre.
Pero pone el alma al frente, luchando fiera para no desvanecerse de pura memoria, recuerdo vago, emoción de antaño.
Para no creerse desde ahora y para siempre, vieja.


No hay comentarios:

Publicar un comentario